Sunday, October 22, 2006

Hoy lo vi y tenía un rostro ajeno al que yo amaba

Claro, tal cual dice la canción, lo ví. En realidad yo no lo ví primero, lo vio mi mamá y cuando pronunció su nombre me di cuenta quien era. Era él. El irreconocible, el pintoso, el encachado, el jefe, el pelos con gel, el de ambo oscuro, el de impecable camisa blanca, el que tenía una argolla de compromiso. Claro era él, el que yo algún día amé y de un día para otro dejé de amar. Claro, era él, quien robó un par de pájaros para mi pajarera. Era él, quien me regaló una pajarera para mi cumpleaños. Era él, el pololo que tenía cuando llegó la Connie a la casa de mi madre. Era él, quien una vez rayó con spray todo el camino que yo hacía hacia la universidad diciendo que me amaba. Era él, quien debió mamarse mi cara de burro, cuando conocí a sus padres. Era él, quien me acogió en mis momentos de tristeza. Era él, quien me hizo una página web. Era él, el que usaba pelos en la cara y tenía pelo largo y liso. Era él, sí, era él. Pero estaba cambiado, estaba más alto, estaba demasiado serio. Seguramente lo estaba porque la situación lo ameritaba (nos encontramos en un funeral).
Pero como mi mente trabaja más rápido que mis actos, empecé a tramar todo un montaje, para quedar en todo momento cerca. Necesitaba mirarlo y decirme que no estaba tan bonito como lo estaba viendo. Que no me causaba lo que en ese momento me estaba causando. Pero terminé por convencerme que en realidad había dejado ir a alguien que en ese instante me removía alguna que otra hormona. Así llegamos al cementerio y mis ojos centinelas buscaban su presencia, hasta que lo encontraron y no sacaron su figura de mi horizonte. Vinieron los dircursos, yo mirándolo, el ni me pescaba. Vino la Marsellesa del PS y siguía sin pescarme, vino todo y no me pescó.
Sólo cuando nos tocó la despedida, él me abrazó, como si fuera la última vez que lo fuera a ver en libertad (por la argollla digo yo).
Al fin puedo respirar de no tener esa imagen en el horizonte mío, de lo contrario, mi cabeza habría planeado poder morderle el hombro, para sentir su carne trémula en los labios que pronuncian su presencia, pero se callan el nombre.

Saturday, October 14, 2006

Y mi Germán?

Hace rato ya vengo escuchando historias de pololos, pinches, amantes, patas negras o como se le quiera denominar con algo en común.................... se llaman Germán. Casi todos hombres guapos..............claro es difícil que ese nombre que trae consigo virilidad, protección, masculinidad, solvencia, (entre otras cosas) no tenga un buen envoltorio. Germán, Ger-Mán, El Man, Man, Él, en definidas cuentas un mismo sonido para un hombre alto, con amazonía razonable en la antártida de su faz. De maduros 45 años, de solos 45 años, de estudiados 45 años y quizás más, en muchos casos más, como el Germán de hoy, que por lo menos tenía 65 sociólogos años, pero que el mar de sus ojos me dijeron que aún tenía tiempo de ser joven, entre una multitud de canas y pestañas que no dejaban lubricar los ojos jubilados que imperaban en esa sala. Sala ue por lo demás estaba hedionda a discurso añejo, hedionda a arreglo de bigotes, hedionda a un cuento que todos se lo saben, pero no conocen la ética.
No me debo desviar de Germán, no me debo desviar de Germán, no me debo desviar de Germán, ayyyy Germán, te recuerdo en todas tus formas, te recuerdo en todas tus entonaciones, te recuerdo de varias edades. Será que todos los Germanes me habrán gustado? Será que sin cruzar palabras con algunos de esos Germanes ya siento como se rien de mis tonterías? Se ríen de mí? Se ríen de mi inmadurez? Se ríen porque les gusto y quieren caerme en gracia? Será acaso que les gusta el par menos de décadas que yo porto? O será que yo trato de gustarles? Nuevamente me confundí. Germán, tal como suena, símbolo de masculinidad absoluta, símbolo de olor a cuerpo de hombre, símbolo de una pareja que tira toda la noche y este hombre con todos los problemas que comienzan a tener los hombres de 45 para arriba, se seinte comprendido por esta moza que hace confundir su pelo con su antártida amazónica.

Sunday, October 08, 2006

Que penosa situación !!!!!!

Viernes 6 de Ocutbre y yo toda ansiosa porque la actividad saliera de primera. Gastos de plata en comida, en ropa, en bencina, en maquillaje y en otras cosas. Vestida de jeans, llego con la Xica a ordenar el lugar que me pidieron que ordenara, nuevamente la Xica me ayudó y piolamente comentábamos acerca de los minos que no llegaban. El de ella, hijo de una amiga, el mío, casi un compañero de trabajo. Ambos, con ojos rasgados, ambos con acento extranjero, ambos simpáticos y atractivos, ambos no nos pescaban. Nos saludaban, nos miraban porque no había más para mirar, pero dudo que en ese momento nos pescaran. Debí cambiarme ropa, me vestí de riguroso negro, con unos tacos imperdonables, que hacían de mi destino una fatalidad.
Me dejaron en la puerta, haciendo de recepcionista. La Xica se quedó en la cocina (como si no le tiritaran las manos). Mis pobres patitas me pedían auxilio. Empezó a llegar la gente, gente cualquiera y gente muy importante, gente linda y gente fea, gente con mucho dinero y gente muy pobre, en general llegó mucha gente. Llegó la invitada del que me mueve la hormona, menos mal que era vieja y tenía una hija (espero no quiera hacerse cargo), pero él, no llegaba nunca. Lo ví, no me vio, lo miré, no me miró. Hasta que se me ocurrió inventar una ida a la cocina para poner orden, ahí me topé con él, pero como había que hacerse la interesante, no lo miré y el hizo sonar mi nombre en sus labios. Me di vuelta y respondí a su llamado con una generosa sonrisa y casi una obvia felicidad, le dije hola y seguí adelante. Me paseaba a cada rato por delante de su nariz, a cada rato interrumpía su horizonte, a cada rato, quise estar presente ante sus horizontales ojos. Creo que lo logré. Llegó la hora del cocktail, fue a la cocina, ayudó, nos reímos, me abrió una botella de vino, algo me entrgó en la mano, de ahí no lo ví sno hasta el final. Ya mis pies se habían rendido y debí cambiar los elegantes tacos españoles, por unas condoritas niponas. El riguroso negro, no pasó más allá de esa cocina, que me esclavizó lavando vasos y dando alguna que otra orden. Así llegó el fin del cocktail, así llegó el fin de nuestro cruce de miradas.
Sábado 7 de Octubre, llegamos con la Xica a las 10 de la mañana, él, nuevamente no había llegado, y yo ya estaa ansiosa por verlo. De repente sólo cuando estaba vistiendo a alguien, él, timidamente me miró, sin querer desconcentrar de mi labor, obviamente yo lo saludé, ahora con una sonrisa más que generosa, ahora con un fuerte HOLA. Pero él todo respetuoso, se fue. Más tarde, cuando ya había calmado mi ansia por verle pasar, me lo topo de nuevo, con su polera blanca, sus pelos engelados, su banano y otros accesorios. Nuevamente nos miramos y nos sonreímos. No pude verlo como yo quería, no pude detenerme para poder hablarle, no pude cruzarme para que me mirara. No era el momento, no era la situación perfecta. Cuando cerramos el negocio él apareció regalándole una flor a una amiga (snif), que según ella, era para mi, pues él habría estado detrás mío, pero como nunca me di vuelta, se la dio a ella. Bajón de porotos. Se terminó, no tengo más oportunidad de verlo, pero alargué todo el tiempo para respirar de su aire, para estar dentro de su ambiente y cuando llegó la despedida, él nombró mi nombre y me dijo adiós. Pero como no me iba a dar por vencida, me volví al baño (las ganas me mataban) y me pasee por delante de él. Nuevamente no me pescó y para colmo, cuando nos vamos, lo logro divisar saliendo con una rubia de verde. Casi me morí. Y recordé nuevamente a mis barbies Mattel, en ese momento quería ser rubia perfecta..............